EL PADRE ALMEIDA

Esta leyenda nos cuenta la vida de un sacerdote conocido en la localidad y que no era exactamente el mejor de todos, debido a su conducta que daba mucho que decir.

Así, cuenta la leyenda, que este padrecito todas las noches, salía a beber aguardiente, pero para poder salir de la iglesia sin que lo vieran, tenía que subir hasta una ventana apoyándose en un brazo de la estatua de Cristo.

Salía y volvía a salir las otras noches. Se subía en el brazo de Cristo y se volvía a subir.

De tal manera, una cierta noche se llevó una tremenda sorpresa, pues, mientras intentaba salir, se dio cuenta de que la estatua volteó su cabeza para verlo y le dijo: ¿Hasta cuando padre Almeida?.

Sin embargo, a pesar de la sorpresa, el padre le contesto sarcásticamente "Hasta la vuelta" y se marchó.

Ya con los tragos encima, esa noche salió de la cantina y comenzó a pasear por las calles del antiguo Quito, hasta que pasaron 6 hombres de alta estatura.

Estos hombres vestían completamente de negro y cargaban un ataúd, aunque el padre Almeida pensó que era un toro que había salido de algún corral, con el cual chocó fuertemente y se desplomó.

Al reaccionar, se levantó y se dirigió a ver en el interior del ataúd.  Pero, sorprendido quedó al ver que era él. El padre Almeida dentro del ataúd, y asombrado huyó del lugar.

Cuando llegó a la Iglesia, muy pensativo, llegó a concluir que lo ocurrido era una señal. Que si seguía así, seguramente podría morir como castigo.

Desde aquel día, el padre Almeida ya no volvió a beber y pudo observar la cara de la estatua de Cristo, más sonriente y esplendorosa.

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