En una hermosa hacienda en las afueras de Quito, vivía una joven llamada
Susana. Era conocida por su belleza y su cabello oscuro como la
noche.
La Dama Tapada, como la llamaban en el pueblo, era admirada por todos, pero
también despertaba envidia en algunas mujeres de la región.
Un día, mientras Susana paseaba por el jardín de la hacienda, un pretendiente llamado Luis se le declaró. Ella aceptó sus avances y comenzaron un apasionado romance. Sin embargo, la felicidad de la pareja no pasó desapercibida para las mujeres envidiosas del lugar.
Movidas por la envidia y los celos, estas mujeres decidieron tomar medidas extremas. Bajo la oscuridad de la noche, se reunieron en un lugar secreto y realizaron un oscuro ritual para conjurar a un espíritu malévolo. Invocaron a la Muerte misma y le pidieron que se llevara a Susana.
La Muerte aceptó la petición y visitó a Susana en sus sueños. Le advirtió que su tiempo en la tierra estaba llegando a su fin. Aterrada, Susana buscó la ayuda de un chamán, quien le proporcionó una manta blanca que supuestamente la protegería de la Muerte.
Una noche, mientras Susana y Luis caminaban por el jardín de la hacienda, la Muerte apareció, cubriendo su rostro con un velo. Luis intentó defender a Susana, pero la Muerte la tomó en sus brazos y desapareció en la oscuridad.
Desde ese día, la figura de Susana, cubierta con un velo blanco, comenzó a aparecer en la hacienda y en los alrededores. La gente decía que era la Dama Tapada, vagando en busca de su amado Luis, quien nunca pudo superar la pérdida de su amada.
La leyenda de La Dama Tapada se convirtió en parte del folclore ecuatoriano, recordándonos que la envidia y la maldad pueden llevar a consecuencias trágicas. La Dama Tapada, con su velo blanco, sigue siendo un misterio que perdura en la historia de Ecuador.
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